jueves, 2 de diciembre de 2010

Otra del momento

Te lo dije antes de que sonaran las doce, o lo soñé. Como saltando en la infinita locura del tiempo. Y es que no perdona, no me perdona que lo olvide. Cualquier día, cualquier momento es el oportuno, no le necesito para seguir aquí. He dejado de creer en la suerte, en que las cosas surjan como todo lo que no he buscado y he esperado. Hipocresía la mía, iluso pude ser. Ya no le doy la vuelta, ahora que confío en los instantes milimétricos, y todo parece insignificante con lo que les puede a otros. Y es que ser más traicionero es fácil, espero haberme dado cuenta.
Ahora sé hacerlo, cuando ya no me queda en lo que entrever.
El que sabe, tiene el poder, el poder hacer, el poder de decidir no hacer.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El lugar

Hola. Aquí vivo yo.
Este es el lugar donde puedo coser mis ilusiones.
El lugar donde me conozco de verdad, donde yo puedo crear.
Lugar de fantasmas, sentimientos y ardientes esperanzas.
El lugar donde la suerte existe, los Dioses nacen, y el mundo no termina.
Mi lugar, donde yo me río de la casualidad, donde ellos desaparecen sin más, el lugar donde tú puedes pasear.
El lugar donde no hay lugar. Dónde en realidad, no hay que ver ni tocar.
Mi lugar, donde yo vivo y tú estarás.
Y para que cuando este lugar se acabe, pueda residir en el de alguien más, y no quedar bajo la cal.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La no finalidad del fin

Es duro mirar a la muerte a los ojos, y no sentir miedo.
Imposible decir que puedes olvidar su rostro. Su garra presiona tu pecho, tus fruncidas entrañas. No están en su lugar, desde que la sentiste llegar.
Vivir engañado, entre banalidades, que al final se convierten en tus agrios sueños, y se vuelcan en pesadillas.
Aguanta la respiración, el llanto, lo haces por sentirte mejor, por no dejarle entrar en tu sentir, en tu latir. Y es que tu corazón, sigue palpitando a ritmo del calor de su tacto. La muerte es traicionera, igual que tus sentimientos, tus malditos sentimientos.
Maldita y fuerte, la blanquita muerte.
Adiós a mi suerte.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La oveja negra

El eco de las palabras que deslizan los frágiles cimientos de las paredes.
El vetar de mi curvado pastor cuando intento seguir el rebaño.
La ventana de mi pequeña casa hacia el cielo, cerrándose con cada mirada.
La nación que intento construir con mis propios espantapájaros.
Piso un charco y no me mojo, rompo una botella y no me corto, aún así, la mala suerte no se amarga.
¿Quieres?
No te antojo, pero cuando menos te lo esperes vuelvo a desearte, y me caigo en los charcos de cristales que había creado entre las cuatro paredes de esta pequeña casa cerrada al cielo, para que entonces, cuando la oveja negra le llore al pastor, y quede sola en la fría nación de paja e insana clausura, nunca pueda decir que no tenté a la suerte.

martes, 2 de noviembre de 2010

Depulsio

Hoy me dado cuenta. No tengo mente enlatada,
se va el sabor, y ya no tengo ganas,
bórrate de mi agrietada lente.
Vuélvete a quemar, rómpete rosa de las nanas de ranas,
y que los grajos que vuelan bajo no te aprieten,
porque sigues siendo la que manda,
tras las cortinas rojas de mi enlatada mente.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Destripémonos

Destripémonos. Busquemos el punto de inicio y final. Seres humanos formados por células, por orgánulos, por moléculas, átomos, partículas… Conexiones más profundas que el mismísimo infinito. Condicionados por un orden óptimo casi perfecto, y aún así, tendemos al desorden.
Orden creador de caos.
Tanto que ver y descubrir… La humanidad somos una maldita mota de polvo en el fondo del desván. Eso es lo que deberían enseñarnos desde jóvenes, que no somos nada, y que todos estamos dentro de ese inmenso mar, arrastrados por la marea. A partir de ahí, es cuando se puede hablar de personas. Falta conciencia, nos faltan vacunas contra la estupidez.

domingo, 3 de octubre de 2010

Reminiscencia

Vuelve a remover mis entrañas. Intenté olvidar, enterrar. Nada sirve, nada puede contra lo que me aprisiona, mártir de instintos que debo condenar. Tuve mi respiro, pero esta enfermedad es incurable.
¿De eso se trata? ¿Sufrir para entender? No consigo descifrar el misterio del apasionado sentimiento. Pequeños detalles que te hacen maquinar, que te hacen soñar, y se quedan en un suspiro cuando ya no queda nada en lo que te puedas agarrar.
Arremete contra mi apilada muralla.
Su contacto, su mirada, su presencia.
Detesto ser esclavo de esta cárcel de pasiones.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El viento

Soñando romper el tiempo,
que azote el viento a su lamento.
Fría noche, duro invierno,
tierra muerta, negro averno.

Bastarda suerte,
contra corriente.
Tenue luz lunar,
sol déjate acunar.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Persiguiendo tus nubes

Aspirando la fragancia de las buenas noticias,
de las nuevas que te acarician las ansias de volver a sentir lo asesinado antaño. Añoras ese momento en que te deleites de su bella sonrisa,
y te repitas mil veces que valió la pena no olvidar.
No hay palabras ni siquiera besos que puedan albergar mayores esperanzas
que la de volver a sentir su brisa rozar mi ser.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Sentado en el tiempo

Tener agallas, levantar la mirada y susurrarte que te debes algo de tranquilidad. Aparca los quehaceres, enfrentarte a tu mente. No te consumas por dentro, deja que las corrientes te hagan volar entre entes. No hay mayor disgusto que el de vivir pensando en lo que te espera, piensa en presente, en momentos e incidentes, en lo que estás pasando, en lo que estás soñando. Es tiempo de valientes, y tú estás en el frente.

sábado, 21 de agosto de 2010

Destellos



Pensar en la persona que te gusta,
es como mirar al sol.
Si te quedas mucho tiempo pensando,
te ciega.

sábado, 7 de agosto de 2010

Líneas divergentes

Camino mientras me empapan los sollozos de los nubarrones. Esquivar los charcos se convierte en una odisea cuando empiezan a rugir los cielos. No puedo ver más allá de la llana estepa que parece interminable, y la punzante lluvia me aturde por momentos. Aún así, no me agobio y sigo emprendiendo un paso ligero hacia lo que parece mi destino. El horizonte es mi futuro, y yo debo atravesar todo este camino para llegar a él.
El suelo empieza a crujir. Montañas empiezan a emerger, rompiendo mi línea trazada, esfumando lo que parecía ser mi camino. Me doy cuenta de que no puedo seguir por ahí, que mis planes han de cambiar. Todo lo que había creado había sido destruido en un instante con un aleatorio y extraño fenómeno terrestre.
Quizá otro hubiese desistido, pero yo sabía que debía continuar. Los obstáculos que aparezcan en mi camino lo único que conseguirán será que busque otra salida, otro camino por el que alcanzar mi meta. Nadie me va a decir lo que no puedo hacer.
Para mi sorpresa, encuentro un estrecho túnel. Está sucio, huele mal y está húmedo, pero va hacia dónde he señalado mi meta, mi sueño.
Echo un vistazo a los lados, y consigo distinguir entre las gotas de lluvia una especie de puerta con amplios carteles. Los carteles tienen escrito cosas impresionantes sobre una vida que toda persona quisiera desear, solo tengo que abrir la puerta y ceder todo lo que he tenido hasta ahora. Dejar todo atrás para tener la vida que todos soñamos… Sonaba realmente maravilloso. Estoy pensativo y no niego que vendería mi alma al diablo por atravesar esa puerta. Miro hacia el negro túnel, y me adentro hacia las tinieblas. Ahora si me siento inseguro, y agobiado. Cada vez se hace más estrecho. No veo luz, ni esperanza en este futuro que me espera. Pierdo todo sentido de la orientación, pero no me rindo, no dejo de luchar hasta que consigo dar con una piedra dentro de la oscuridad. La golpeo con todas mis fuerzas, y la tierra cede con asombrosa facilidad.
Una chorreante luz me inunda, abrazándome. Gracias a la dura lluvia, a los peligrosos mares de charcos en la interminable estepa, la vertiginosa montaña y el tenebroso túnel puedo ahora apreciar este momento, puedo degustar de verdad lo que siempre había soñado. Por suerte, no tomé el camino fácil.

viernes, 6 de agosto de 2010

A tiempo completo

El tiempo pasa. Pasa muy rápido. Tan rápido que no nos permite pararnos a pensar con que velocidad se ha transformado todo. Simplemente ronda entre las cosas, cubriéndolas como un manto negro que se cierne sobretodo. Ninguna persona está libre de su reloj de arena. Todos estamos sometidos a las leyes de este universo en el que vivimos, y nadie puede escapar, bajo ningún concepto. Por lo tanto, hay reglas, y esas reglas hay que cumplirlas.
Intentar evitare el paso del Padre tiempo lo único que provocará en nosotros será desasosiego, intranquilidad, lucha constante. Estamos yendo en contra de la corriente, mientras el río tira con fuerza hacia atrás. Es peligroso, y puedes perderte en el camino, incluso olvidando lo que buscabas. Hay que saber vivir tu vida, hay que saber aceptar tus limitaciones, y sobretodo hay que aceptar que hay reglas, en todas partes, reglas que no están hechas para ser rotas, reglas que estaban antes que nosotros. Hay reglas que no formularon nuestras mentes. ¿Quién fue? Sea como fuere, simplemente me entran escalofríos al pensar qué o quién fue lo que creó todo, o, quién o qué nos sometió al tiempo y al espacio.
Persona, animal, cosa, esencia, o simplemente, fe, véase, karma, véase todo, o nada, estoy seguro de que está entre nosotros, y de que espera algo de nosotros. ¿Qué podría esperar? Pues qué va a ser. Vivir, y aprovechar nuestra vida, porque cada minuto que pasa, es un minuto que se ha llevado el tiempo.

martes, 3 de agosto de 2010

¡Equilicuá!

Captar a las personas es algo que siempre se me ha dado bien. Con un ligero intercambio de palabras y un par de gestos, puedo deducir con que tipo de persona me encuentro. Lo más siniestro de todo esto, es que la gran mayoría de las veces tengo razón, y eso me preocupa.
Me preocupa enormemente juzgar a la gente sin conocerla. Para nada soy perfecto, y con también alta frecuencia me equivoco en la gran parte de las cosas que hago (aunque no sea este el caso). No es sano encerrarse en tu mente y empezar a especular de los ajenos, porque al fin y al acabo no das la oportunidad de dejar que la persona se muestre como es de verdad. No se puede juzgar a la gente, hay que dejar pasar ciertos aspectos para luego poder llegar a la esencia de todo. Entonces es cuando sí que se puede hablar (eso se aplica a todos los aspectos de la vida, a mi parecer). De esta manera, he llegado a la conclusión de que debo ser más flexible.
Ser flexible es algo que siempre he admirado. No me refiero a poder ponerte la pierna por detrás de la cabeza, ni a doblarte tanto que casi puedas acostarte sobre tu espalda. Me refiero a ser una persona de centro, de ideas volubles, una persona que pueda reflexionar y absorber del medio todo lo que pueda para poder formar una opinión sobre las cosas óptima. Una vez preguntándole a mi padre de qué partido era, caí en la cuenta de la razón que tenía al contestarme con: “Mi corazón está en la izquierda, mi cartera, en el bolsillo derecho, pero mi cabeza, en el centro”. No te puedes obcecar con extremos ni ideas totalitarias, porque eso te hace alejarte de las personas. Las personas no somos blancas o negras, paseamos por el centro. No se puede ser sí o no, de izquierda o de derecha. No se puede juzgar a una persona por lo que piense o sea.
Hay que ser persona, y las personas piensan.

sábado, 31 de julio de 2010

Siete vidas tuvo el gato

Siete son sus canciones.
Seis sus suaves caricias.
Cinco el entrecruzar de nuestros dedos.
Cuatro las miradas apasionadas.
Tres sus acuciantes susurros.
Dos sus hermosos ojos.
Y un único beso que añora pensando en que siete vidas es poco.

jueves, 29 de julio de 2010

Frenética insania

Libros en manadas, balas y baladas, larvas enervadas, y una cuna de canciones amargadas, se pasean libremente por mi mente cuando cruzo esa línea de entresijos de palabras que me atan al muro de la realidad. Crueles carceleros son los sentidos, que vigilan mi prisión y me engañan silenciosamente, intentando convencerme con sus espejos, que su reflejo es el camino hasta la más cruda verdad.
La lógica, cumple su papel, nutriéndose de los sentidos, para taladrar sobre mi frágil ser y evitar que obtenga la fuerza necesaria para romper estas cadenas forjadas mediante palabras de la razón. Por ello, y para poder ser libres, debemos derribar ese muro, romper las cadenas, y liberarnos de la dictadura de la lógica, para así poder entonces, utilizando la esencia más pura y simple, llegar a siquiera rozar con las yemas de los dedos, la única verdad: que no existen las verdades.

lunes, 26 de julio de 2010

Cordial puñetazo a la idiotez

Algunos razonamientos tienen tan pocas luces que es casi como pararte a ver la teletienda. La única diferencia entre el tío que te intenta venderte un VibroAcomodator 3000 (mayormente conocido como taburete atado a un cojín que vibra igual que cuando te tiras un cuesco) y esta gente que verborrea sin saber, pretendiendo a base de vocablos hipertrofiados convencer al contrincante de que tiene una soberana razón, es que uno te tima ganando dinero, y el otro tima ganando ignorancia, y encima se da el gusto de creerse que ha ganado algún tipo de competición.
El arte de discutir (¡Debatir! Diría mi querido profesor de historia…) es inigualable, eso no lo dudo. Muchas veces el debate es imprescindible para sacar al vuelo miles de aspectos de un tema de los que no podrías haberte percatado sin catar la esencia del choque de ideas. Siempre que puedo, de hecho, intento ponerme del lado minoritario, pero no para llevar la contraria como creen algunos, sino porque el jugo se consigue solo cuando puedes aportar algo diferente de lo que crees tú (¡Incluso si yo estoy de parte del otro lado!). Aun así, y al fin y al acabo, no hay lados ni verdades plenas, solo un inmensurable número de conjeturas y razonamientos que cada uno a trabajado de sus experiencias propia. Todo es subjetivo, hasta lo más objetivo (¡Que la caja es verde!, dirán. Pues verde para ti, porque yo veo una caja verde-fucsia fosforito mezclado con un intenso olivo otoñal.)
Sin embargo, y volviendo al quid de la cuestión, desde hace un tiempo me doy cuenta de que la gente, sobretodo gente joven (de mi edad, aún me considero joven, sí, aunque para algunos llegar cerca de los veinte es similar al cabreo que tendría el payaso de McDonalds si llegase un tío vestido del Rey de BurgerKing y pidiese cien hamburguesas de un euro) se comporta cual pared de frontón al discutir, y procura destruir todo lo que es este arte del que hablaba antes. No solo dice cosas sin sentido de cuestiones que quizá ni le vienen ni le van, sino que absorbe de su círculo más cercano algunas ideas que pululan amablemente en ninguna parte, para posarse sobre su mente y arraigarse como propias. El gran problema de esto es que están ahí, pero no tienen razón de estar, por lo que empiezan a utilizar razonamientos propios de borrego de granja (Pensad en una persona pero rebuznando).
Dígame usted que coño tiene que ver una gallina con un toro, por sacar un tema controvertido. Sí, nos comemos la gallina, se cría para ser devorada por nosotros (la peor de las especies) y las granjas son lamentables en la mayoría de los casos. Nacen para morir, según los taurinos igual que el toro bravo en una corrida. Pues mire, sí, puede rebuznar cuanto quiera, y repetir el mismo argumento cual pared de frontón cada vez que le diga algo como que la gran diferencia entre matar animales para la diversión de una minoría y la de ingerir alimento, es demencial. Por favor, no haga como el loro que repite todo lo que le dicen de pasada. Podría decir mil argumentos más que utilizan para dejarse más en evidencia, pero sería pasarse.
Y tras esta parrafada, un cordial saludo, y que pase un soleado día de verano (¡Porque aquí tan solo salen nubes!).

viernes, 23 de julio de 2010

Delirios de insignificancia

Y miro hacia atrás, nada me queda ya. Ni amigos ni familia, ni buenos recuerdos, ni amores, ni cuentos que valiesen la pena contar. Lo único que me espera es escasos instantes antes de lo que parece ser el final de un largo camino. ¿Vida? Supongo que se podría llamar así.
Nadie me acompaña ahora. Me arrepiento de todo. Me arrepiento no haberla apreciado, y de haberla separado cuando estaba más cerca de mí. Me arrepiento de haberles dicho que no les quería, de que estaba mejor solo. Me arrepiento de no haber aceptado su ayuda y haberles dejado por dedicarme a un trabajo que me absorbió todo mi tiempo. Me arrepiento de no haber hecho ese viaje con ellos, de no haber viajado, de no haber conocido a otros, de no haberle dicho que volviesen.
Me arrepiento, pero lo hecho, hecho está. Y ahora voy a pasar la barrera, aquí tumbado en esta incómoda cama, tragando potaje precocinado con pajita, y me siento hundido, y me siento solo. ¿Cómo pude pensar que yo era el único cuerdo?
Viví sin vivir, viviendo que sentía, sintiendo que compartía, y pensando que hacía lo correcto, para fracasar en lo más profundo de mi ser.

Espero que mi alma me perdone, y que mi cuerpo me acune, cuando dé mi última calada, porque al fin y al acabo, soy lo único que alguna vez tuve.

jueves, 22 de julio de 2010

Perfiles P3 (Final -largo)

La salida daba a una pequeña pradera que continuaba hasta una especie de acantilado. La brisa era suave y el tiempo adecuado. Los pies del señor degustaron una aterciopelada alfombra que se continuaba unos metros más adelante hasta una especie de trono negro de un material metálico. A un lado de este, una silla colocada milimétricamente y mirando hacia el horizonte, al igual que el trono, donde la luna se alzaba esplendorosa bañándose entre las estrellas de verano.
El señor se acercó posando lentamente su bastón. Pasó ambas silla y trono, a la vez que la cabeza de la persona sentada se giraba hacia él. Esperó hasta que el señor se giró y se retiró la caperuza.
Este, no aparentaba más de una veintena años, pero parecía tener mil más. El pelo era blanco y sedoso, cayendo largo por su espalda y hombros. Un rostro con ojos negros hundidos, y piel extremadamente blanca y desgastada, se mantenía sobre un débil cuerpo encorvado.
-Bienvenida a mi hogar. Espero que te haya resultado cómodo el viaje – saludó el demacrado joven.
-No sé cual es tu concepto de comodidad – dijo con tono crispado una mujer morena de pelo largo – Y menos de hospitalidad – volvió a decir mirándose las ataduras de manos y pies a la silla.
-Es por seguridad, te necesito esta noche conmigo… hermana. Ahora que estoy aquí, podemos desatarte, y dar un paseo – al decir esto, unos guardias cortaron sus ataduras, y la levantaron bruscamente por los hombros. La mujer se zafó con unos manotazos, y caminó hasta su hermano. Era una preciosa mujer morena de ojos verdes que emanaba unas sensaciones de bienestar inigualables.
Al acercarse, su hermano dio unos pasos hacia atrás.
-Me ciegas, hermana. Veo que sigues estando como siempre, y cada vez más bella.
-Y tú, hermano, cada vez más muerto – arremetió la mujer morena.
-Caminemos… - impuso, a la vez que ignorando su comentario.
Empezaron a caminar hacia el risco. Al ir acercándose pudo comprobar que el acantilado era en realidad una especie de valle, que daba a una ciudad. En la noche, esta ciudad brillaba intensamente por la cantidad de luces encendidas en todos los lugares. Una gran urbe muy parecida a la de la maqueta, casualmente.
-Antes aquí había un bosque y un lago. ¿Lo sabías, hermana?
-Me lo contó Madre.
-¿Por qué ahora no está? ¿Lo sabes? – increpó.
-Construyeron sobre él, y contaminaron el lago, pero estoy seguro de que eso ya lo sabías. ¿A dónde quieres llegar?
-¿Por qué tanta indiferencia cuando le están haciendo daño a Madre?
-Ya sabes lo que dijo acerca de esto. Es inevitable, solo somos observadores, imprescindibles para que todo siga y se equilibre.
-Eso es mentira, podemos interactuar, Esperanza. Todo era mentira, nos engañaron, ¿y todo para qué? ¿Para ver como nuestras raíces se pudrían por culpa de una egoísta plaga que pisotea la vida? – se exaltó el joven, mientas cortaba el aire con una siniestra mirada a su hermana.
-No lo hagas, Víktor. Bastante has hecho sorbiéndoles los sesos a esas personas que te siguen. Haz caso a Madre, y deja que todo conti…
-¡No! No…Después de tanto tiempo, este gran día, los peores enemigos de todo lo vivo sufrirán lo que es perder lo único que les mantiene con vida, hermana. ¿Y sabes qué es?
-Ya entiendo a qué se refería Madre cuando me hablaba de ti y me decía que no dejara alimentarte entre las personas. Siempre tuve esperanza en ti, y qué ironía, que sea eso lo que quieras quitarle a la humanidad. Cuando lo hagas, no solo acabarás con ellos, sino con todo. Matarás a tu madre.
-Mientes, una y otra vez. ¿Crees que me gusta en lo que me he convertido? ¿Crees que esta locura que me consume es de mi placer? Te equivocas, sentir como Madre gritaba, sus alaridos de dolor son lo que me han demacrado, lo que me han hecho alimentarme del odio de ese cáncer que la está corroyendo.
-Madre es sabia, por ello permite que ellos vivan sobre ella. Sabe lo que hace, y nos crió para preservar todo lo que habita en ella. Somos parte de ella, al igual que esos que quieres exterminar.
Esperanza mantenía la mirada fija en su hermano, que parecía desquiciado ante las palabras de su hermana. Se le clavaban lentamente por su cuerpo, como si fuesen cuchillos. Cada sílaba le hacía sentir más seguro de que tenía razón. Se giró, ondeando la capa, dejando a su hermana detrás y volviendo a mirar a la iluminada urbe.
-Se matan entre ellos, y en su camino destruyen, queman y construyen sobre ella, para volver a derruir y construir, derruir y construir… Dolor, muerte. Oigo como agonizan las víctimas de las guerras, las víctimas del hambre mundial, las víctimas de las infecciones letales y los lloros de las pérdidas ajenas. ¿Madre también quería que escuchase todos sus lamentos?
-Madre confiaba en ti, por eso te ofreció la tarea más difícil a ti. Ella también llegó a tener esperanza en ti, pero se terminó dando cuenta de su error. Además, yo también trabajo duro para preservarla.
-Déjame librarte de tu tarea pues, Esperanza – se giró. El bastón había desaparecido y en su mano una daga curvada de empuñadura del color de la sangre.
-Víktor… no lo hagas. No tienes ni idea de lo que vas a hacer… Condenarás a todo lo que alguna vez quisiste proteger. No lleves la balanza hacia tu lado, debemos estar juntos, debemos esperar a que todo siga su destino.
-Pienso coger las riendas de esto. No pienso dejar que la humanidad siga destruyendo la tierra, a nuestra madre. Con esta daga pienso vengar todo el daño que le han hecho, y para ello…Esperanza, debo acabar contigo – pronunció clavando su daga en el vientre de la joven – Perdóname, hermana, pero como puede comprobar, nunca fui un observador. Tu sacrificio nos salvará a todos…
-Víktor…acabas de arruinar todo el trabajo de millones de siglos de Madre… Acabas de condenar todo lo que alguna vez existió… solo… - intentaba vocalizar mientras un hilo de sangre caía por su comisura – solo… queda muerte para ti. La desesperanza de todas las almas te consumirá y Madre morirá…
Esperanza cayó contra el suelo, y quedó inerte sobre un charco de sangre. A su vez, su hermano soltó la daga y pudo observar por fin su obra maestra, su maqueta incompleta: el fin del tormento de la tierra, el fin de la peor plaga que jamás existió, el fin de las personas.

lunes, 14 de junio de 2010

Perfiles P2.

Tras un corto silencio, volvió a escucharse unas pisadas desde la puerta.
-Todo está listo, mi señor – informó un servicial joven.
Se giró el encapuchado señor, y con lentos pasos se encamino hacia la salida. Tras esto, el joven se acercó a la mesa a cubrir la amplia maqueta con un sedoso manto. Volvió a la oscuridad y la habitación volvió a su implacable silencio tras un portazo metálico.
Sus pasos eran apresurados, la decoración tétrica y el ambiente húmedo. Recorrieron un pasillo de madera con una alfombra rojo carmesí que cubría el camino hasta una puerta del mismo tamaño que la anterior. Continuaron ambos y se pararon tras pasar la puerta. La puerta se cerró y empezó a moverse hacia arriba el ascensor. A ritmo de la quinta sinfonía de Beethoven continuó el tramo de ascensor hasta que un golpe seco les detuvo en un piso muy superior al que estaban hace un momento. Salieron sendos encapuchados y continuaron sin dilación por otro pasillo que tenía una decoración parecida. Esta vez el corredor era más ancho y había más luz ambientada con candelabros, pudiéndose descubrir un poco más sobre los dos individuos. El supuesto señor, caminaba utilizando una especie de bastón que apoyaba con sumo cuidado al caminar, por lo que no producía sonido alguno al moverse. Estaba hecho de metal negro, con una gran piedra roja en su extremo superior. Portaba además una capa negra con capucha cubriéndole en su totalidad el rostro, y unas botas de cuero negras. Sus pasos eran irregulares y su porte encorvado.
Su acompañante, el joven, iba vestido con otra capa y caperuza, pero en este caso de un color rojizo como las alfombras. De una mayor altura y complexión fuerte, con porte estricto y erguido, se alzaba tras él como un guardaespaldas avizor.
Llegaron al fin a un trecho en el que aparecieron a los lados del pasillo unos individuos vestidos de una forma idéntica al joven acompañante. Se alzaban imponentes a los lados, dispuestos de forma totalmente uniforme y apoyando a su lado unas gujas medievales. Sus miradas impasibles no se cruzaron ni se movieron ni una sola vez mientras desfilaba su señor.
Al llegar al final, uno de los soldados, que se encontraba expectante, se adelantó y se arrodilló, dejando sobre el suelo su asta. Ante esto, y después de esperar unos segundos, el señor levantó dos dedos y los agitó en el aire para que empezara a hablar.
-Eminencia, la señorita le espera fuera. Todo está listo para el gran día. Permítame decirle que estoy muy emocionado mi… -el señor hizo un gesto con los dedos indicándole que no siguiera hablando.
-Silencio. No me interesa – apretó un botón de la pared, y la siguiente puerta metálica se abrió dejando entrar un torrente de luz lunar – Lo único importante será que pronto la curaremos de su enfermedad. Este cáncer ha de ser exterminado a toda costa.

sábado, 12 de junio de 2010

Perfiles P1.

La única claridad de la habitación era una tenue luz blanquecina que daba cobijo a las sombras en las esquinas más oscuras. Una solitaria mesa y un taburete tallados a mano esperaban en silencio en el centro de la supuesta sala. Sobre la mesa, una realista maqueta se alzaba grandiosa. Se trataba de una réplica de una metropolita con pequeñas figuras humanas cubriendo su extensión. Postes de luz, parques, rascacielos, restaurantes y demás, todo en su lugar y situado con sumo cuidado, todo dentro de un estricto plan geométrico. Hasta las figuras tenían rostros dibujados. Además ninguna de estas se parecía entre si, y todas tenían sus diferentes roles asignados como una gran y utópica ciudad. De hecho, no había ni una sola persona que no tuviese en su lustroso rostro una amplia sonrisa. Un escrupuloso detalle que llegaba a ser hasta repugnante. El alto grado de perfección de aquella ciudad enardecía un ambiente de calma y neutralidad, que provocaba una sensación de tormenta próxima. Una obra maestra un tanto macabra.
De entre la oscuridad, donde no conseguían llegar los haces de luz, se abrió con un chirrido una puerta metálica, que provocó un golpe seco al chocar. Unas pisadas comenzaron a crujir las baldosas. Se detuvo cerca de la mesa, pero ahuyentado de la luz. Posó las manos sobre los bordes de la mesa. Sus marmóreos y esqueléticos dedos deslumbraron incluso con la débil luz de la lámpara que era sostenida por un cable. Comenzaron a tamborilear la mesa rítmicamente. El ruido no alteraba aun así el tétrico ambiente que se respiraba. Parecía como si fuese una sinfonía para los ciudadanos introduciéndose en sus maderos cráneos.
-Buenas tardes, caballeros. ¿Cómo se encuentran hoy? – Se deslizó de entre sus labios un áspero hilo de voz – Veo que tan felices como siempre, se deberán sentir orgullosos. ¿Perdone, cómo?
Cogió una de las figuras y se la acercó al oído, llevándola hacia la sombra que cubría su rostro a falta de luz.
-¡Muy cierto! Hoy es el gran día, Samuel – dejó la figura en su lugar, la cual pertenecía a un niño que sostenía una Biblia, con una sonrisa de un lado al otro de la cara – Demos comienzo a la fiesta nacional.

sábado, 29 de mayo de 2010

La playa

Se agachó de rodillas sobre la arena. Esta le producía una extraña calidez en los pies, y le ponía nervioso. Atrapó un puñado entre sus escuálidos dedos y se volvió a erguir, dejando que el torrente de arena se deslizase por ambos lados de su palma hasta posarse otra vez sobre el resto de la playa. Al desaparecer el último grano que podía caer, observó su mano, ensimismado. Quedaban unos cientos de ellos inmóviles pegados sobre esta. Se imaginó que cada uno de ellos fuese uno de los sueños que aún seguían en él, y que no se habían evaporado como el resto de granitos de arena que habían caído en el inmenso desierto arenoso de esperanzas rotas.
El mar, calmado, de vez en cuando, se acercaba tímidamente empujado por las olas, para arrastrar parte de estos sueños, y llevárselos a su interior.
Se quedó fijamente mirando el proceso. Parecía como si el mar intentase engullir estas esperanzas perdidas, ayudando a olvidarnos de todo lo que nos hizo sufrir antaño. Empezó él, a especular, sobre si el oleaje deseaba también arrastrarle a él hasta el fondo marino, o si su único propósito era en realidad el de hacernos olvidar nuestros dolorosos recuerdos.
De la misma manera, la orilla llegó hasta él, y le acarició el dorso de sus pies, produciéndole esta vez una calma infinita. Más tranquilo, sonrió deseando que todo lo que había pensado fuese de verdad, y que el mar realmente fuese ese amigo que siempre estuvo ahí. Había algo, y él lo sabía. Se volvió a mirar la mano, y con la otra sacó una arrugada servilleta, donde depositó con sumo cuidado las pequeñas y conectas esperanzas, deseos y sueños que aún quedaban en la palma de su mano. Asintió y los guardó con la servilleta en su bolsillo izquierdo.
Nunca había estado tan seguro de si mismo como en aquel instante.
Por fin sabía qué quería.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Oirte

Qué fácil sería acercar el oído a su frente y pararse a escuchar lo que piensa, aunque lo que fueses a oir no es lo que querías saber, pero es que una vez más las verdades golpean como puños.
Envidio a los ignorantes y a los despreocupados.
Qué bien viven.

lunes, 17 de mayo de 2010

Insignificante destino

Sentía como sus golpes le destrozaba por dentro varias costillas. Deseó que las astillas se clavaran en su corazón y acabasen con ese dolor visceral. El ardor no cesaba y cada vez eran más las ganas que tenía de desistir, pero su orgullo se lo impedía. El siguiente golpe a pesar de un intento de protegerse, fue directo al pómulo y a parte de su órbita izquierda. A pesar de tener los ojos cerrados, sabía que cuando los abriera no iba a ver del todo bien, si es que podría abrirlo.
- ¿Ahora no eres tan valiente? – Decía su agresor mientras le seguía vapuleando con odio – De esta no te libras.
Él quería llorar. Él no quería morir, y quería volver a su familia, pero tenía unos ideales y no podía renegar de ellos. No podía dejar de ser quien era y de pensar lo que pensaba, aunque supiese que su vida se iría en ello.
-¡Suplícame bastardo, y te dejaré marchar con tus sucios compañeros para que les cuentes con quien están jugando!
Sabía que era su momento y que aquí acabaría todo su recorrido, pero más allá de todo aquello, y por encima de todo lo demás, él sabía que tarde o temprano, las cosas cambiarían para mejor, y él quería aportar su granito de arena.
- No podréis doblegarlos por mucho más tiempo, cerdo. Pronto levantarán de su letargo, y todos vosotros, caeréis. Además, podrás quitarme la vida, pero mi memoria e ideales perdurarán para siempre entre los que me conocían y amaban. Así que púdrete con los tuyos en el infierno – Consiguió vocalizar con una última sonrisa, antes de que el agresor sacase un revólver y con rencor, le volase los sesos sin más miramientos, por una parte, terminando el agónico dolor de la víctima. Escupió sobre el cadáver y se marchó removiendo la tierra con sus botas, dejando que los hilos del destino tejieran la siguiente fase de la historia desencadenada por un simple asesinato, a primera vista, insignificante, como la vida misma.

domingo, 16 de mayo de 2010

Realidades

Duele hacerse a la realidad. Me duele de verdad.
Y de la misma manera que caen piedras, otras vuelven a colocarse en ese muro entre mis sentimientos y el exterior. La única ventana entre estos dos lugares son estas palabras que tristemente escribo para desahogarme, pues no encuentro otro lugar donde desecharlas. Somos insignificantes, y nuestros sentimientos aún más. No le interesan a nadie, pero yo no escribo para los demás, sino para mí.
Cada vez me doy más cuenta de lo solo que puede llegar a estar uno, aun estando rodeado de gente. A la hora de la verdad, lo que cuenta es tu interior y cuando te sientes solo, no hay forma de llenar ese hueco. Y cada detalle parece importante, cada momento te hace pensar, pero esa felicidad se evapora con la misma facilidad con cada fría palabra o pequeño gesto contradictorio. No me gusta la cruda realidad, y sin embargo, tengo que seguir adelante. Es triste y doloroso.
Lo peor de todo es que estas palabras caerán en agujero roto, igual que todo lo que parece que no hago. Aún más, parecerá que intento llamar algún tipo de atención o intentase hacerme la víctima. Debo ser estúpido, estúpido por creer en mis sueños. Realmente estúpido, por actuar, creer, y ser quien soy.

jueves, 13 de mayo de 2010

Atrapados

Al fin y al acabo, nuestra vida es nuestra y solo nuestra, dicen los más parlantes.

No creo que eso sea factible, porque las influencias externas que continuamente recibimos son una fuente muy poderosa de modelación. ¿Habría alguna manera de librarse de ellas de forma definitiva y permanente para poder ser y vivir independientemente?
Me gustaría poder decidir sin tener influencias o disposiciones preconcebidas, pero eso es imposible, porque todos estamos condicionados por el resto, por lo más cercano, pero aún así la vida es nuestra y solo nuestra, vuelven a decirme. Y ahora les pregunto, ¿dónde está la lógica de eso? Lo único que pasa aquí es que luego el que paga el plato roto somos nosotros mismos. Las consecuencias de nuestros actos, aunque sean irremediablemente influidas por los demás, son nuestras.
Es injusto, ¿por qué debiéramos de sufrir por lo que el resto ha hecho en nosotros? Es algo que no podemos evitar, y sin embargo, somos nosotros los que al final tenemos que acarrear con la carga.
Entonces dirán algunos que somos adultos y humanos pensantes, que podemos decidir por nosotros mismos, pero yo les digo, no es fácil, es mas, imposible. Sigo sosteniendo que las presiones externas son demasiado fuertes y constantes en nosotros, ya que aunque intentemos pensar y repensar en nuestros actos y vida en general, pensar implica reflexionar, y aplicarnos unas conductas, y esos pensamientos de dónde vienen... ¿Ahora lo entendéis?
¡Estamos totalmente influidos por todo lo que nos rodea! Incluso nuestra propia mente está bajo el control de pensamientos ajenos, nuestra forma de ser, nuestra forma de pensar, y de actuar, todo está influido. Somos una larga cadena de errores y sentimientos que nos atan permanentemente entre todos y de forma completamente irremediable! Es injusto ser dependiente, vivir en sociedad.

De la misma manera, los sentimientos que nos atan a las personas más cercanas son fuertes, y nos determinan (¡Como a una célula! Si tenía que soltar algún comentario de ese tipo para quitarle hierro al asunto…). Y a lo que iba… no consigo dejar de pensar en todo.
Me influye demasiado.

martes, 11 de mayo de 2010

12M 00:40

Y agonizo entre suspiros,
pensando lo que no es y podría ser.
Y se me pierde la cabeza,
sin rumbo caminaré.

Si solo supiese lo que piensas
si solo fuese verdad que algo escondes,
un algo que nunca podré saber
temiendo que te vayas,
que miedo tengas de hablarme.

Ese querido algo que nunca podré saber...
por temor a que nunca más tenga que suspirar,
porque aunque agonice entre suspiros,
sigue siendo por alguien especial.

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Te recuerdo?

Un sueño. Esperanza.
Positividad. Esa es la actitud.
Multitudes y actitudes.
Incertidumbre. Dudas de todo.
Entre la espada y la pared.
Tienes miedo. Tragas saliva.
Silencio una vez más. Negatividad... desengaño.
Y vuelta a empezar, mientras recoges los cristales rotos...
...el viento sigue llevándose pétalos de Abril.

martes, 4 de mayo de 2010

Entre nosotros.

-Dígame usted qué piensa de mí – le susurró él a ella.
-Usted es magnífico – le contestó.
-¿De verdad lo cree? – se ilusionó.
-¿Me cree usted a mí? Esa es la cuestión.
-Dígame que le gusta de mí – dejo caer él.
-Todo – no dudo en contestar de nuevo.
-¿De veras? – preguntó incrédulo.
-¿Sigue sin creerme?
-Me cuesta pensarlo. Creía que me odiaba.
-Y le odio. Por eso mismo creo que es magnífico.
-¿Cómo puede odiar algo que le atrae en su total complejidad?
-Envidia quizá.
-Eso me a pena. Yo la amo. Desde siempre.
-Pues yo le odio, pero sigo creyendo que usted es magnífico. Y no dudo que me guste. Pero le odio, no le amo. Quizá en un tiempo pueda llegar a sentir algo.
-No me diga eso… ¿Ahora qué he de hacer yo hasta entonces? No puedo vivir con este pesar – se lamentó profundamente, mientras buscaba la mirada de su amada.
-No puedo. Déjeme vivir, por favor – apretó el gatillo y todo acabó – Ahora si. Ahora puedo amarle.
-Gracias… - y se apagó su aliento.

viernes, 30 de abril de 2010

Cuando termina la primavera

Una vez más me siento desorientado. Qué debería hacer, o siquiera pensar, de algo tan obvio como es lo que siento. En realidad, no es tan fácil. ¿Cómo saber si de verdad lo que sientes es real, o si solo es una imagen de lo que pareciste creer?
De algo estoy seguro, y es que aunque no se muestre, cuando haces lo que sea porque esa persona esté mejor, es porque algo hay, aunque sea cariño. Del cariño al amor, ¿cuántos pasos hay? ¿Hará falta algún transporte? Ojala no existiese nada.
Yo creo que es demasiado fácil caer en la tentación, una tentación demasiado fuerte cuando alguien está ahí siempre.
Una vez más me siento oprimido. Me siento inútil. Y lo peor de todo, es que siento, y que ese sentimiento no puede liberarse de su encadenamiento.
Quizá le doy demasiada importancia a algo que no puede ser, o demasiada importancia a algo insignificante. Algunos dirían que es tontería, pero eso es porque no tienen ni idea de lo que es esta sensación. ¿A dónde fue a parar esa seguridad en que todo saldría como debe ser? Nunca es lo que se quiere, porque entonces sería todo demasiado sencillo, y la vida, no es nada, si no la sientes, aunque sea con la persona que te hace sentir. La que te hace sufrir, pero no puedes dejar ir…

Y una vez más, me desahogo en estas palabras que se consumen en el tiempo, como el viento se lleva el último pétalo de una larga primavera, que nunca acaba gracias a ti.
------------------------------------------------------------------------------

*La historia sigue aparcada*

martes, 27 de abril de 2010

El Bonito

El bonito aparece oteando el terreno cual gallo de corral y canjea por estupidez, un anal comentario, romántico como él solo: “Mira ese tío que tonto. Me da rabia hasta mirarlo ¿Le azotamos hasta que diga que soy más guapo?” El bonito alza su pecho, y mira con recelo al diferente, que tranquilamente pasa su agradable tarde en el bar.
Pisotea la dignidad ajena, creyéndose muy seguro de si mismo y con pleno derecho a hacerlo, y a su vez ríe, comentando lo valiente que fue contra aquellos individuos, al parecer omitiendo, que él les sobrepasaba una decena de años más.
Confía en su habilidad manipuladora, pensando que tiene carisma, o algún tipo de virtud que todos creen ver, para luego poder manejar a su séquito de hienas que pegan risotadas con cada rebuzno que derrocha este individuo vestido de payaso, pensando que así le seguirán lamiendo su señorial trasero.
Cree tener el real título del más bello del lugar, cuando su hedor deja tanto que desear. Una mezcla entre sudor acumulado de sus cinco horas en el gimnasio y 2 litros de colonia de alguna marca que probablemente le haya costado más que sus libros de lengua, guardados en algún sucio cajón.
Poca seguridad interior, impregnada de su patética infancia. Se piensa que sin impunidad sus actos van a pasar, pero luego el que en el trabajo órdenes le va a dar, era uno de esos que el creía juzgar.
Deje usted de alardear de una supuesta inteligencia, que lo único que hace es delatar su más tozuda ignorancia. La gente con dos dedos de frente le huele a la legua, y sin necedades, se apartan, pues para razonar con la pared, mejor hablar con el gato.
No sea usted borrico, y al menos reconozca, que para tal espécimen, cualidad tenía que tener: no le pesará mucho la cabeza, para albergar tal cerebro de avestruz.
Vaya al psiquiatra, o en su defecto a un circo, a ver si allí lo quieren, don Bonito.

domingo, 25 de abril de 2010

De uno a otro

*No es parte de la trama, otro texto fuera de lugar en este pequeño mundo*

--------------------------------------------------------------------------------

La calma de la noche es total, y es cuando realmente puedes ver con claridad la oscuridad que antes rodeaba tu pensamiento. Cuando estás solo y puedes pensar por encima de cualquier banalidad, es tu momento.
Todo te preocupa, pero al menos ya puedes saber qué era eso que presionaba el pecho. Sueltas todo lo que tienes, no te guardas nada una vez traspasada esa línea de angustia.
Iluso no es el que vive de la ilusión de este mundo, sino el que vive sin saber que vive en este mundo. Y ahora, cuando ya lo sabes, nada pasó como esperabas. Qué más da, si al final todo sale, no de la forma que esperabas, pero sale. No creas en destinos, pero tampoco dejes de pensar que todo va hacia un punto de donde todos vinimos, porque tarde o temprano, todo vuelve a su lugar, porque todos fuimos, pero volvimos, cuando caímos.
Quizá eso es lo que te hace vivir, saber que aún te queda por vivir, porque cuando sufres, sabes que estás vivo, y que cuando dejes de sufrir, querrás seguir viviendo, y cuando mueras, todo dejará de existir.

No pierdas la esperanza, hermano – le dijo el anciano al crío.

lunes, 1 de marzo de 2010

Reflexiones a media noche (No incluido en la historia)

Es difícil querer y ser objetivo. Tomé como arma la lógica y la razón, pero en el mundo de los sentimientos es imposible no ser subjetivo. Razonar objetivamente, tan solo atendiendo a los hechos, a mis hechos es poco eficaz y en pocas ocasiones gozo de una total seguridad cuando intento ver críticamente lo que hago. Me es difícil observar a través de los ojos ajenos, cuando la razón me dice que estoy actuando correctamente.
Quizá si no fuese como soy, no se enfadarían. ¿Tan poco conozco a las personas? Creo que el problemano es ese sino que, aunque atienda a las personas, sepa mucho sobre ellas, e indague sobre sus pensamientos, al fin y al acabo, en la práctica me abalanzo hacia un vacío de ignorancia concebida desde mis conocimientos sobre el resto. Que tremendo error, no razonar, cuando debo, y hacerlo cuando no es necesario. Controlar los sentimientos, y saber entender a las personas es más complicado de lo que uno cree. Es más complicado que aprenderse una fórmula o saber qué es un catalizador, porque no se puede usar la tajante razón. Siempre hay algo a lo que debes prestar atención, y es que no todos pensamos igual, no todos queremos lo mismo, y no todos sabemos controlar nuestros sentimientos o emociones de una manera.
Ojala pudiera saber lo que piensan los demás, y aunque muchas veces lo puedo intuir desde mi silencio, a la hora de la verdad, es cuando se mete la pata. Siento no ser siempre el amigo que debo ser, o no siempre haber sido la mejor compañía, pero desde mi más lamentable ignorancia sobre la vida, y aunque a veces el orgullo me pueda, no pienso perder lo que me importa.
*Esto es un inciso, no tiene que ver con la historia, simplemente es una reflexión.

lunes, 22 de febrero de 2010

Agonizante perfección

¿Cómo iba a morir así? ¿Asesinado por una persona de la cual no sé ni su nombre? ¿Una sutil muerte en soledad? En estos pequeños instantes tan cerca de mi muerte solo pensaba en cosas triviales una vez más. Estaba paralizado ante la homicida mirada de mi agresora. Agaché la cabeza y esperé mi sentencia con desgracia.
Cual fue mi sorpresa cuando después de unos segundos seguía con vida. Alcé la mirada con miedo a que en cualquier momento se derramasen mis vísceras por el suelo. Solo pude ver como un brazo atenazaba el cuello de la joven antes de que volviese a ver la oscuridad tras una tremenda punzada en mi cabeza.

----------------------------------------------------------------------------------
Sigues en mí. No necesito buscar…
Agrio rencor que nunca abandonaste esa fuente de desdicha que habita en mí. Dame fuerzas ahora, aunque seas lo único que me queda, y nunca quise tener. No dejes que nunca vuelva el sentimiento.
Caminando en un campo de rosas, bellas pero espinosas, lo único que puedes conseguir es que te hagan sangrar, y por ello prefiero que fuera planicie una vez más. Las heridas cicatrizan con el tiempo. Mentira digo.
Rencor, evita mi dolor. No me dejes caer en la tentación de los errores. El errar humano que tanto evité se vuelve contra mí en cada esquina de mi ser. No puedo dejar de sentir, no puedes dejar de cambiar ni de soñar. ¿Cuándo se acabará esta tortura? La perfección nunca fue fácil, ni posible.
Rencor, no me dejes soñar, no me dejes pensar, no me dejes sentir, y cuando cumplas tu tarea, vete y déjame solo. No soy fiel compañero de viaje.
Y cuando esté totalmente solo, podré razonar y dejar de errar.
Perfección.

martes, 5 de enero de 2010

¿Suerte o muerte?

- Pues me llamo… - pude observar mientras me levantaba como la chica se llevaba la mano lentamente a la espalda. En ese instante me di cuenta de que era demasiado especulador y desconfiado, que sin embargo me salvó el pellejo por una vez. Un veloz destello reluciente cruzó desde detrás de la chica hasta unos milímetros de mi cuello. Mi veloz intervención evitó que cruzase mi cuello el brillante destello plateado, tras haber empujado un segundo antes a la chica. El sonido de la cuchilla sesgando el aire me puso los pelos de punta, nunca había estado tan cerca de la muerte como en ese momento.

Su cuerpo se movió ágil hacia mí e intentó darme otra puñalada frontal. De soslayo pude observar su rostro, donde la sonrisa había desaparecido y ahora residía un inexpresivo rostro. Esta vez por pura suerte me tropecé con alguna lata y caí al suelo, evitando una vez más la plateada hoja de acero que pedía furiosa mi sangre.
-¡Espera, espera! – intenté disuadirla. No tenía ni idea de porque querrían matarme. ¿Qué explicación tenía esto? ¿Quién querría acabar conmigo? Estaba ciertamente confundido, y con razón. No sabía que demonios había pasado la noche anterior que no me acordaba de nada.

Tras haberse detenido para escucharme unos segundos, conseguí agarrar lo que parecía ser un cenicero y lanzárselo escatimando en puntería con el fin de salir corriendo a tiempo tras una eficaz distracción. Fallé obviamente, pero me ofreció unos segundos esenciales para poder levantarme y correr por el estrecho pasillo hasta mi habitación, donde me encerré. Empecé a escuchar como intentaba romper la puerta a patadas. Me pegué contra ella, pero los golpes eran demasiado fuertes, y la fuerza bruta terminó por vencer a mi débil resistencia. Caí de bruces, y tras de mí, la puerta que se derrumbó delante mía. Me giré y desde el suelo pude ver la muerte de cerca.
Una muerte muy bella, pero letal.