lunes, 26 de julio de 2010

Cordial puñetazo a la idiotez

Algunos razonamientos tienen tan pocas luces que es casi como pararte a ver la teletienda. La única diferencia entre el tío que te intenta venderte un VibroAcomodator 3000 (mayormente conocido como taburete atado a un cojín que vibra igual que cuando te tiras un cuesco) y esta gente que verborrea sin saber, pretendiendo a base de vocablos hipertrofiados convencer al contrincante de que tiene una soberana razón, es que uno te tima ganando dinero, y el otro tima ganando ignorancia, y encima se da el gusto de creerse que ha ganado algún tipo de competición.
El arte de discutir (¡Debatir! Diría mi querido profesor de historia…) es inigualable, eso no lo dudo. Muchas veces el debate es imprescindible para sacar al vuelo miles de aspectos de un tema de los que no podrías haberte percatado sin catar la esencia del choque de ideas. Siempre que puedo, de hecho, intento ponerme del lado minoritario, pero no para llevar la contraria como creen algunos, sino porque el jugo se consigue solo cuando puedes aportar algo diferente de lo que crees tú (¡Incluso si yo estoy de parte del otro lado!). Aun así, y al fin y al acabo, no hay lados ni verdades plenas, solo un inmensurable número de conjeturas y razonamientos que cada uno a trabajado de sus experiencias propia. Todo es subjetivo, hasta lo más objetivo (¡Que la caja es verde!, dirán. Pues verde para ti, porque yo veo una caja verde-fucsia fosforito mezclado con un intenso olivo otoñal.)
Sin embargo, y volviendo al quid de la cuestión, desde hace un tiempo me doy cuenta de que la gente, sobretodo gente joven (de mi edad, aún me considero joven, sí, aunque para algunos llegar cerca de los veinte es similar al cabreo que tendría el payaso de McDonalds si llegase un tío vestido del Rey de BurgerKing y pidiese cien hamburguesas de un euro) se comporta cual pared de frontón al discutir, y procura destruir todo lo que es este arte del que hablaba antes. No solo dice cosas sin sentido de cuestiones que quizá ni le vienen ni le van, sino que absorbe de su círculo más cercano algunas ideas que pululan amablemente en ninguna parte, para posarse sobre su mente y arraigarse como propias. El gran problema de esto es que están ahí, pero no tienen razón de estar, por lo que empiezan a utilizar razonamientos propios de borrego de granja (Pensad en una persona pero rebuznando).
Dígame usted que coño tiene que ver una gallina con un toro, por sacar un tema controvertido. Sí, nos comemos la gallina, se cría para ser devorada por nosotros (la peor de las especies) y las granjas son lamentables en la mayoría de los casos. Nacen para morir, según los taurinos igual que el toro bravo en una corrida. Pues mire, sí, puede rebuznar cuanto quiera, y repetir el mismo argumento cual pared de frontón cada vez que le diga algo como que la gran diferencia entre matar animales para la diversión de una minoría y la de ingerir alimento, es demencial. Por favor, no haga como el loro que repite todo lo que le dicen de pasada. Podría decir mil argumentos más que utilizan para dejarse más en evidencia, pero sería pasarse.
Y tras esta parrafada, un cordial saludo, y que pase un soleado día de verano (¡Porque aquí tan solo salen nubes!).

No hay comentarios:

Publicar un comentario