viernes, 30 de abril de 2010

Cuando termina la primavera

Una vez más me siento desorientado. Qué debería hacer, o siquiera pensar, de algo tan obvio como es lo que siento. En realidad, no es tan fácil. ¿Cómo saber si de verdad lo que sientes es real, o si solo es una imagen de lo que pareciste creer?
De algo estoy seguro, y es que aunque no se muestre, cuando haces lo que sea porque esa persona esté mejor, es porque algo hay, aunque sea cariño. Del cariño al amor, ¿cuántos pasos hay? ¿Hará falta algún transporte? Ojala no existiese nada.
Yo creo que es demasiado fácil caer en la tentación, una tentación demasiado fuerte cuando alguien está ahí siempre.
Una vez más me siento oprimido. Me siento inútil. Y lo peor de todo, es que siento, y que ese sentimiento no puede liberarse de su encadenamiento.
Quizá le doy demasiada importancia a algo que no puede ser, o demasiada importancia a algo insignificante. Algunos dirían que es tontería, pero eso es porque no tienen ni idea de lo que es esta sensación. ¿A dónde fue a parar esa seguridad en que todo saldría como debe ser? Nunca es lo que se quiere, porque entonces sería todo demasiado sencillo, y la vida, no es nada, si no la sientes, aunque sea con la persona que te hace sentir. La que te hace sufrir, pero no puedes dejar ir…

Y una vez más, me desahogo en estas palabras que se consumen en el tiempo, como el viento se lleva el último pétalo de una larga primavera, que nunca acaba gracias a ti.
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*La historia sigue aparcada*

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