viernes, 5 de noviembre de 2010

La no finalidad del fin

Es duro mirar a la muerte a los ojos, y no sentir miedo.
Imposible decir que puedes olvidar su rostro. Su garra presiona tu pecho, tus fruncidas entrañas. No están en su lugar, desde que la sentiste llegar.
Vivir engañado, entre banalidades, que al final se convierten en tus agrios sueños, y se vuelcan en pesadillas.
Aguanta la respiración, el llanto, lo haces por sentirte mejor, por no dejarle entrar en tu sentir, en tu latir. Y es que tu corazón, sigue palpitando a ritmo del calor de su tacto. La muerte es traicionera, igual que tus sentimientos, tus malditos sentimientos.
Maldita y fuerte, la blanquita muerte.
Adiós a mi suerte.

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