martes, 27 de abril de 2010

El Bonito

El bonito aparece oteando el terreno cual gallo de corral y canjea por estupidez, un anal comentario, romántico como él solo: “Mira ese tío que tonto. Me da rabia hasta mirarlo ¿Le azotamos hasta que diga que soy más guapo?” El bonito alza su pecho, y mira con recelo al diferente, que tranquilamente pasa su agradable tarde en el bar.
Pisotea la dignidad ajena, creyéndose muy seguro de si mismo y con pleno derecho a hacerlo, y a su vez ríe, comentando lo valiente que fue contra aquellos individuos, al parecer omitiendo, que él les sobrepasaba una decena de años más.
Confía en su habilidad manipuladora, pensando que tiene carisma, o algún tipo de virtud que todos creen ver, para luego poder manejar a su séquito de hienas que pegan risotadas con cada rebuzno que derrocha este individuo vestido de payaso, pensando que así le seguirán lamiendo su señorial trasero.
Cree tener el real título del más bello del lugar, cuando su hedor deja tanto que desear. Una mezcla entre sudor acumulado de sus cinco horas en el gimnasio y 2 litros de colonia de alguna marca que probablemente le haya costado más que sus libros de lengua, guardados en algún sucio cajón.
Poca seguridad interior, impregnada de su patética infancia. Se piensa que sin impunidad sus actos van a pasar, pero luego el que en el trabajo órdenes le va a dar, era uno de esos que el creía juzgar.
Deje usted de alardear de una supuesta inteligencia, que lo único que hace es delatar su más tozuda ignorancia. La gente con dos dedos de frente le huele a la legua, y sin necedades, se apartan, pues para razonar con la pared, mejor hablar con el gato.
No sea usted borrico, y al menos reconozca, que para tal espécimen, cualidad tenía que tener: no le pesará mucho la cabeza, para albergar tal cerebro de avestruz.
Vaya al psiquiatra, o en su defecto a un circo, a ver si allí lo quieren, don Bonito.

1 comentario:

  1. Hasta próximo aviso, no continúa la historia. Estos son relatos aleatorios.

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