sábado, 7 de agosto de 2010

Líneas divergentes

Camino mientras me empapan los sollozos de los nubarrones. Esquivar los charcos se convierte en una odisea cuando empiezan a rugir los cielos. No puedo ver más allá de la llana estepa que parece interminable, y la punzante lluvia me aturde por momentos. Aún así, no me agobio y sigo emprendiendo un paso ligero hacia lo que parece mi destino. El horizonte es mi futuro, y yo debo atravesar todo este camino para llegar a él.
El suelo empieza a crujir. Montañas empiezan a emerger, rompiendo mi línea trazada, esfumando lo que parecía ser mi camino. Me doy cuenta de que no puedo seguir por ahí, que mis planes han de cambiar. Todo lo que había creado había sido destruido en un instante con un aleatorio y extraño fenómeno terrestre.
Quizá otro hubiese desistido, pero yo sabía que debía continuar. Los obstáculos que aparezcan en mi camino lo único que conseguirán será que busque otra salida, otro camino por el que alcanzar mi meta. Nadie me va a decir lo que no puedo hacer.
Para mi sorpresa, encuentro un estrecho túnel. Está sucio, huele mal y está húmedo, pero va hacia dónde he señalado mi meta, mi sueño.
Echo un vistazo a los lados, y consigo distinguir entre las gotas de lluvia una especie de puerta con amplios carteles. Los carteles tienen escrito cosas impresionantes sobre una vida que toda persona quisiera desear, solo tengo que abrir la puerta y ceder todo lo que he tenido hasta ahora. Dejar todo atrás para tener la vida que todos soñamos… Sonaba realmente maravilloso. Estoy pensativo y no niego que vendería mi alma al diablo por atravesar esa puerta. Miro hacia el negro túnel, y me adentro hacia las tinieblas. Ahora si me siento inseguro, y agobiado. Cada vez se hace más estrecho. No veo luz, ni esperanza en este futuro que me espera. Pierdo todo sentido de la orientación, pero no me rindo, no dejo de luchar hasta que consigo dar con una piedra dentro de la oscuridad. La golpeo con todas mis fuerzas, y la tierra cede con asombrosa facilidad.
Una chorreante luz me inunda, abrazándome. Gracias a la dura lluvia, a los peligrosos mares de charcos en la interminable estepa, la vertiginosa montaña y el tenebroso túnel puedo ahora apreciar este momento, puedo degustar de verdad lo que siempre había soñado. Por suerte, no tomé el camino fácil.

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