sábado, 12 de junio de 2010

Perfiles P1.

La única claridad de la habitación era una tenue luz blanquecina que daba cobijo a las sombras en las esquinas más oscuras. Una solitaria mesa y un taburete tallados a mano esperaban en silencio en el centro de la supuesta sala. Sobre la mesa, una realista maqueta se alzaba grandiosa. Se trataba de una réplica de una metropolita con pequeñas figuras humanas cubriendo su extensión. Postes de luz, parques, rascacielos, restaurantes y demás, todo en su lugar y situado con sumo cuidado, todo dentro de un estricto plan geométrico. Hasta las figuras tenían rostros dibujados. Además ninguna de estas se parecía entre si, y todas tenían sus diferentes roles asignados como una gran y utópica ciudad. De hecho, no había ni una sola persona que no tuviese en su lustroso rostro una amplia sonrisa. Un escrupuloso detalle que llegaba a ser hasta repugnante. El alto grado de perfección de aquella ciudad enardecía un ambiente de calma y neutralidad, que provocaba una sensación de tormenta próxima. Una obra maestra un tanto macabra.
De entre la oscuridad, donde no conseguían llegar los haces de luz, se abrió con un chirrido una puerta metálica, que provocó un golpe seco al chocar. Unas pisadas comenzaron a crujir las baldosas. Se detuvo cerca de la mesa, pero ahuyentado de la luz. Posó las manos sobre los bordes de la mesa. Sus marmóreos y esqueléticos dedos deslumbraron incluso con la débil luz de la lámpara que era sostenida por un cable. Comenzaron a tamborilear la mesa rítmicamente. El ruido no alteraba aun así el tétrico ambiente que se respiraba. Parecía como si fuese una sinfonía para los ciudadanos introduciéndose en sus maderos cráneos.
-Buenas tardes, caballeros. ¿Cómo se encuentran hoy? – Se deslizó de entre sus labios un áspero hilo de voz – Veo que tan felices como siempre, se deberán sentir orgullosos. ¿Perdone, cómo?
Cogió una de las figuras y se la acercó al oído, llevándola hacia la sombra que cubría su rostro a falta de luz.
-¡Muy cierto! Hoy es el gran día, Samuel – dejó la figura en su lugar, la cual pertenecía a un niño que sostenía una Biblia, con una sonrisa de un lado al otro de la cara – Demos comienzo a la fiesta nacional.

1 comentario:

  1. uo toñix has tuneado esto
    yo el mío tambien muajaja

    y sí, la historia se repite! así me gusta, que me escuches cuando hablo!

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