martes, 4 de mayo de 2010

Entre nosotros.

-Dígame usted qué piensa de mí – le susurró él a ella.
-Usted es magnífico – le contestó.
-¿De verdad lo cree? – se ilusionó.
-¿Me cree usted a mí? Esa es la cuestión.
-Dígame que le gusta de mí – dejo caer él.
-Todo – no dudo en contestar de nuevo.
-¿De veras? – preguntó incrédulo.
-¿Sigue sin creerme?
-Me cuesta pensarlo. Creía que me odiaba.
-Y le odio. Por eso mismo creo que es magnífico.
-¿Cómo puede odiar algo que le atrae en su total complejidad?
-Envidia quizá.
-Eso me a pena. Yo la amo. Desde siempre.
-Pues yo le odio, pero sigo creyendo que usted es magnífico. Y no dudo que me guste. Pero le odio, no le amo. Quizá en un tiempo pueda llegar a sentir algo.
-No me diga eso… ¿Ahora qué he de hacer yo hasta entonces? No puedo vivir con este pesar – se lamentó profundamente, mientras buscaba la mirada de su amada.
-No puedo. Déjeme vivir, por favor – apretó el gatillo y todo acabó – Ahora si. Ahora puedo amarle.
-Gracias… - y se apagó su aliento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario