lunes, 21 de diciembre de 2009

Algo más que una mota de polvo

No tardé mucho más en levantarme, y darle una patada a una lata de cerveza vacía que me encontré a la salida del baño que había salido de la nada. Arrastré los pies por el pasillo de madera que llevaba hasta el salón.

Eché un vistazo. Parecía que todo estaba en orden. La pizza de la semana pasada seguía tirada en el mismo rincón desde hace una semana, y las latas y colillas que aún no había limpiado de los días anteriores seguían intactas. Me acerqué con cuidado hasta el sillón, evitando otra mancha en la vieja alfombra que parecía reciente. La gata me seguía a donde iba, maullando cada vez más, y cada vez me parecía más molesta. Deseaba encontrar el mando de la televisión para escuchar otra cosa que no fuera a Gilberta quejarse. Casi podía compararla con los antiguos chillidos de mi madre… pero qué más da, me sentía a gusto en este lugar que otros podrían calificar como pocilga, como solía decir mi querido amigo del alquiler.
Busqué durante unos minutos el perdido mando de televisión entre los cojines mohosos, todo con mucho cuidado, pues con cada golpe una nube de polvo me inundaba los pulmones, y creo que no podía tenerlos mucho peor entre el tabaco y esta maldita ciudad.

Esa era una de las razones por las que siempre tenía la ventana cerrada. Esos magnates pasando con sus mercedes, jaguar y demás latas con ruedas. Me ponen enfermo. ¿Cuánto dinero tendrán? Seguro que ni la mitad lo consiguieron de forma legal, en cambio, yo, ¿cuándo fue la última que comí algo mejor que sobras y telechino? Me moría de hambre, joder. Es lo que tiene cuando ilustrabas para una editorial que ni la mitad de las veces te pagaba, y cuando lo hacían, no te llegaba a fin de mes. Pero, dibujar me llenaba, aunque solo fuese como una ilusión. Podría comprarlo con el hecho de esta gente que le gusta mucho comer. Comes, y comes, y gracias a la madre naturaleza, nos volvemos gordos, obesos… y aún así, tienen hambre. ¿Qué les lleva a comer tanto? Las ansias de más, de sentirse totalmente satisfechos y llenos (hasta el culo, con perdón). Pues yo, dibujo, y dibujo… y obviamente no engordo, pero si que me llena como a ellos. Me llena, aunque no lo necesite, pues qué les queda a ellos sino comer. A mi me queda dibujar, crear, pues en este mundo es difícil cambiar las cosas mediante pequeños actos. Yo no cambiaré nada, no engordaré, y tampoco seré alguien, pero dibujaba bien y creo que aún lo hago.

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