jueves, 13 de enero de 2011

Pensando en sentir

Rozó con los dedos la orilla del mar y se dejó llevar por las briznas saladas que salpicaban las olas. Ella le miraba desde la arena esperándole. Él se giró y sonrío amablemente. Le devolvió la sonrisa, sin saber qué decir, confusa. Se levantó y se acercó a la orilla.
-Es inmenso – dijo él.
-Sí.
-Me gusta. Gracias por traerme.
-¿Cuánto hace que no vienes a ver el mar? – le preguntó ella.
-¿Eh? Ah, mucho. ¿Por qué?
-Se ve que te cuesta caminar por la arena.
Él le sonrió por segunda vez y volvió a mirar al mar. Ella se quedó expectante, y miró al suelo, esperando algo más de él. Buscó su mano y la tocó levemente con el dorso de la suya. Él ni se dio cuenta. Ella bajó más la cabeza y removió la arena de la orilla con el pie. Entonces cogió valor y le sostuvo la mano.
-¿Qué ocurre? – dijo él al girarse.
Sin darle más tiempo, ya estaban los finos labios de ella junto a los de él, presionándolos levemente.
-“Así que esto es lo que se siente al besar a alguien” –pensó él. Se separó y se paró a ver el rostro asustado de la chica.
-¿No te gusto? ¿He hecho algo mal? – Dijo apresurada
-A mi me gusta el mar. – sonriendo una vez más – “Eso suena bien”
-Ah…vale. Lo siento.
-“¿Por qué se disculpa? ¿Acaso ahora debería decir algo?”
-No hay nada que sentir. El mar es precioso. ¿No? – dijo él.
-Supongo que sí… - respondió girándose con gesto decaído.
Las olas borraron las huellas que dejaba ella tras de sí, y él fue tras ella.
-¿Te vas?
-Creo que sí… no me siento demasiado bien. – lamentándose.
-“Debería decirle algo sobre ella. Algo que llaman… sí, un piropo”– Estás espléndida.
-¿Y eso? ¿A qué viene eso ahora? Ahora sí, y luego no. – le miró con algo de recelo. Él frunció el ceño, desorientado.
-Creí que querrías saber lo que pensaba de ti…
-¡Pues no sé para que servirá, la verdad! ¡Parece que no tengas ni una pizca de sentimientos! Sé captar indirectas, tranquilo, no estoy enfadada.
-“Qué razón lleva. No sé que más decir, sonríe, sonríe” – pensó y le sonrió, encogiendo los hombros.
-¿De verdad que no lo entiendes? Me rindo. – y salió corriendo.
-“Ojala todo fuese tan fácil como el mar” – pensó, sentándose en su incomprensible mundo de arena, donde de cada colilla, millones son granitos de arena.

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